Las
formas de la vida es el nombre de la exposición de escultura del artista
aragonés Manuel Arcón Pérez (Graus, Huesca, 6 de enero de 1928), cuya impronta la
hayamos en todo Aragón.
La muestra que se
ha exhibido en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, habiendo sido comisariada
por Rafael Ordoñez, acogía un total de 44 piezas (entre originales y maquetas)
de algunas de las obras monumentales que se pueden ver en la vías públicas de
Zaragoza, Huesca y Teruel desde 1989.
Una retrospectiva que abarca medio siglo de oficio artístico en la que hemos
podido contemplar obra de todo tipo: figurativa, constructivista, organicista,
desarrollada a partir de 1980, como resultado de la experimentación que el
artista realiza en cualquier materiales de diversa naturaleza: madera de nogal,
de abedul, olivo, peral, escayola, arcilla, bronce, mármoles de Carrara, de
Portugal y de Tortosa, en alabastro, en piedras de Calatorao, de Alicante, del
Pirineo, arenisca de Salamanca e incluso escayola.
Arcón se formó en
la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Zaragoza, termina de aprender
"el oficio" de escultor en el taller de Félix Burriel -con el que
colabora en la creación del Monumento al
ahorro (1943) que corona el edificio de Paseo de Sagasta, 2 de Zaragoza-.
Entre los años
cuarenta y cincuenta trabaja por encargo realizando modelos para medallas,
figuras religiosas y diversos objetos.
Con veintidós
años, en 1950, obtiene una mención honorífica en VIII Salón de Artistas
Aragoneses del Ayuntamiento de Zaragoza, obteniendo una beca -escultura- de un
año de duración que lo lleva a Barcelona. Allí contacta con Enric Monjó,
realizando parte de la sillería del coro de Tarrasa, diseñada por este último.
Para
aproximarnos a su figura, contextualizamos históricamente a Manuel Arcón en la
España de posguerra de la que Arcón no emigra, permanece en Zaragoza donde se
establece, se casa, tiene hijos y monta un taller -cerrado a día de hoy- en la
calle Monzón.
Es en los años
sesenta se produce el despegue de su carrera con
la realización de una talla en madera de su primer paso procesional La Eucaristía para la localidad de Hijar
(Teruel), recibiendo a partir de entonces numerosos encargos de figuras
religiosas para iglesias.
Los encargos
religiosos continúan a lo largo de los setenta, estando marcados por la
figuración, aunque ya se empieza a observar un cierto proceso de cambio parejo
a los que se producen en aspectos políticos, sociales, culturales y artísticos.
El punto de inflexión en su carrera puede estar marcado por el encargo
monumental que recibe en 1973: una imponente figura de Santiago Apóstol, para
la iglesia del mismo nombre en Huesca, de cuatro metros y medio de altura,
vigoroso, geométrico, sintético y rotundo, expresionista en algunos aspectos.
En los ochenta alcanza
su consolidación artística con la figuración en la creación de unos voluminosos
desnudos femeninos; comienza a trabajar en obra no figurativa, investigando
incansablemente, sintetizando y depurando la forma y movimiento.
En el blog de
Gonzalo Bujeda averiguamos, a través del relato que hace de sus conversaciones
con el artista, que reverencia a Goya y que en su clausurado taller se
amontonan revistas bajo el polvo, en las que intuimos que estudiaría las obras
de la modernidad, inspirándole en su propia
creación: Henry Moore, Oteiza... y tantos otros. Por el mismo conducto
conocemos su admiración por el escultor Aristide Maillol y de Pablo Gargallo:
"muy pocos han sabido trabajar y dominar al hierro".
La influencia del
maestro, que nunca lo quiso ser, trasciende en otros artistas como Alberto
Gómez Ascaso y Luis Hinojosa.
A la experimentación
citada se une al gusto por la captura del detalle, muy fácil apreciar en la
pasada exposición Las formas de la vida,
tanto el humano (Yo no he tenido modelos,
sólo he observado mucho el natural... las personas, los miembros, la
anatomía...) como en "lo textil" de los trajes de las esculturas
de escayola del cineasta Eduardo Jimeno Correas (1996), o en la del Homenaje a Nicanor Villalta (1998). Y si
por el tratamiento de las formas -Monumento
a la Semana Santa, 2009- le señalan como discípulo del Renacimiento, la contemplación del busto de mármol
de Carrara, Penélope, 1956 le
relacionan con la más pura tradición clásica helenística pero también hasta la modernidad
con Ideal Head, 1910-1911, de Elie
Nadelman.
Detallamos
algunas identificaciones que apreciamos con otros artistas que sitúan a Manuel
Arcón como a un maestro consumado conocedor de la modernidad de su tiempo, que
hasta ahora no ha sido enmarcado en ningún ismo: la escultura Figura femenina, 1982, con la de Jorge
Oteiza Unidad triple y liviana, 1950.
Módulo de agua, 1989 de Arcón con Small brown complex5 2_14_09 shot de
Eduardo Chillida. Descanso (1983) con Figura reclinada (1938) de Henry Moore.
La
escultura El esfuerzo, 1988 de Manuel
Arcón (según Ricardo García Prats, el último maestro de las formas) dialoga con la escultura El hortelano de San Julián, 2013, del artista residente en Teruel,
Hugo Casanova.
No
han sido muchas las exposiciones del octogenario artista, quizá porque su obra
se encuentra instalada y dispersa en el más abierto y democrático de los
museos: la vía pública, acompañando en su devenir al individuo por
doquier, en calles y plazas, más allá del acotamiento entre
claustrofóbicos muros.
La
obra de Manuel Arcón parece evolucionar hacia la juventud, como viene a suceder
en la película El extraño caso de
Benjamín Button, 2008. Así nos lo sugiere la escultura que presentó en Expo
Agua, Adolescente, 2008. Y la
escultura en bronce, ubicada en Alcañiz (Teruel) titulada Canto
a la vida, 1989 (de la serie Volúmenes
humanos) es metáfora en sí misma, metáfora de un discurso artístico
ejemplar.
Por todo ello les
sugiero que, además de visitar exposiciones, miren (cuando caminen por la calle)
y abran su mirada dando cabida al descubrimiento que, en forma de arte y de
escultura concretamente les puede asaltar al doblar cualquier esquina.
Arcón, M. Módulo de agua. 1989. Mármol de Carrara. 100 x 100 x 100 cm.
Crucifijo.
Arcón, M. Módulo de agua. 1989. Mármol de Carrara. 100 x 100 x 100 cm.
Arcón, M. El esfuerzo. Escultura. 1988. Piedra de Calatorao.
106 x 53 x 36 cm.
Arcón, M. Figura femenina 1982. Piedra de Calatorao 45 x 11 x 85 cm
Crucifijo.
Arcón, M. Descanso. 1983. Escultura. Madera de abedul. 15x53x21 cm.
Homenaje a Nicanor Villalta (1998)
Eduardo Jimeno Correas (filmando "La salida de misa de
12 del Pilar"). 1996. Escultura.
Escayola patinada.
Arcón, M. Santiago Apóstol. Escultura. 450 cm.
Gracias por este artículo tan interesante, y en verdad tenemos que mirar mas, a veces perdemos de ver cosas que las tenemos ahí, a lado.
ResponderEliminarSí Berta, en mi opinión el GRAN ARTISTA MANUEL ARCÓN tiene una relevancia no reconocida del calibre de, por ejemplo, Jorge Oteiza o Eduardo Chillida a falta, de la promoción y publicidad de esas enormes figuras del arte moderno español. Espero y deseo que se le haga la justicia que él y su obra merecen.
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