viernes, 4 de marzo de 2016

Del escultor y maestro Manuel Arcón

                Las formas de la vida es el nombre de la exposición de escultura del artista aragonés Manuel Arcón Pérez (Graus, Huesca, 6 de enero de 1928), cuya impronta la hayamos en todo Aragón.

                La muestra que se ha exhibido en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, habiendo sido comisariada por Rafael Ordoñez, acogía un total de 44 piezas (entre originales y maquetas) de algunas de las obras monumentales que se pueden ver en la vías públicas de Zaragoza, Huesca y Teruel  desde 1989. Una retrospectiva que abarca medio siglo de oficio artístico en la que hemos podido contemplar obra de todo tipo: figurativa, constructivista, organicista, desarrollada a partir de 1980, como resultado de la experimentación que el artista realiza en cualquier materiales de diversa naturaleza: madera de nogal, de abedul, olivo, peral, escayola, arcilla, bronce, mármoles de Carrara, de Portugal y de Tortosa, en alabastro, en piedras de Calatorao, de Alicante, del Pirineo, arenisca de Salamanca e incluso escayola.

                Arcón se formó en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Zaragoza, termina de aprender "el oficio" de escultor en el taller de Félix Burriel -con el que colabora en la creación del Monumento al ahorro (1943) que corona el edificio de Paseo de Sagasta, 2 de Zaragoza-.

                Entre los años cuarenta y cincuenta trabaja por encargo realizando modelos para medallas, figuras religiosas y diversos objetos.

                Con veintidós años, en 1950, obtiene una mención honorífica en VIII Salón de Artistas Aragoneses del Ayuntamiento de Zaragoza, obteniendo una beca -escultura- de un año de duración que lo lleva a Barcelona. Allí contacta con Enric Monjó, realizando parte de la sillería del coro de Tarrasa, diseñada por este último.

                Para aproximarnos a su figura, contextualizamos históricamente a Manuel Arcón en la España de posguerra de la que Arcón no emigra, permanece en Zaragoza donde se establece, se casa, tiene hijos y monta un taller -cerrado a día de hoy- en la calle Monzón.

                Es en los años sesenta se produce el despegue de su carrera con la realización de una talla en madera de su primer paso procesional La Eucaristía para la localidad de Hijar (Teruel), recibiendo a partir de entonces numerosos encargos de figuras religiosas para iglesias.

                Los encargos religiosos continúan a lo largo de los setenta, estando marcados por la figuración, aunque ya se empieza a observar un cierto proceso de cambio parejo a los que se producen en aspectos políticos, sociales, culturales y artísticos. El punto de inflexión en su carrera puede estar marcado por el encargo monumental que recibe en 1973: una imponente figura de Santiago Apóstol, para la iglesia del mismo nombre en Huesca, de cuatro metros y medio de altura, vigoroso, geométrico, sintético y rotundo, expresionista en algunos aspectos.

                En los ochenta alcanza su consolidación artística con la figuración en la creación de unos voluminosos desnudos femeninos; comienza a trabajar en obra no figurativa, investigando incansablemente, sintetizando y depurando la forma y movimiento.

                En el blog de Gonzalo Bujeda averiguamos, a través del relato que hace de sus conversaciones con el artista, que reverencia a Goya y que en su clausurado taller se amontonan revistas bajo el polvo, en las que intuimos que estudiaría las obras de la modernidad, inspirándole en su  propia creación: Henry Moore, Oteiza... y tantos otros. Por el mismo conducto conocemos su admiración por el escultor Aristide Maillol y de Pablo Gargallo: "muy pocos han sabido trabajar y dominar al hierro".

                La influencia del maestro, que nunca lo quiso ser, trasciende en otros artistas como Alberto Gómez Ascaso y Luis Hinojosa.

                A la experimentación citada se une al gusto por la captura del detalle, muy fácil apreciar en la pasada exposición Las formas de la vida, tanto el humano (Yo no he tenido modelos, sólo he observado mucho el natural... las personas, los miembros, la anatomía...) como en "lo textil" de los trajes de las esculturas de escayola del cineasta Eduardo Jimeno Correas (1996), o en la del Homenaje a Nicanor Villalta (1998). Y si por el tratamiento de las formas -Monumento a la Semana Santa, 2009- le señalan como discípulo del Renacimiento, la contemplación del busto de mármol de Carrara, Penélope, 1956 le relacionan con la más pura tradición clásica helenística pero también hasta la modernidad con Ideal Head, 1910-1911, de Elie Nadelman.

                Detallamos algunas identificaciones que apreciamos con otros artistas que sitúan a Manuel Arcón como a un maestro consumado conocedor de la modernidad de su tiempo, que hasta ahora no ha sido enmarcado en ningún ismo: la escultura Figura femenina, 1982, con la de Jorge Oteiza Unidad triple y liviana, 1950. Módulo de agua, 1989 de Arcón con Small brown complex5 2_14_09 shot de Eduardo Chillida. Descanso (1983) con Figura reclinada (1938) de Henry Moore.

                La escultura El esfuerzo, 1988 de Manuel Arcón (según Ricardo García Prats, el último maestro de las formas) dialoga con la escultura El hortelano de San Julián, 2013, del artista residente en Teruel, Hugo Casanova.

            No han sido muchas las exposiciones del octogenario artista, quizá porque su obra se encuentra instalada y dispersa en el más abierto y democrático de los museos: la vía pública, acompañando en su devenir al individuo por doquier, en calles y plazas, más allá del acotamiento entre claustrofóbicos muros.

                La obra de Manuel Arcón parece evolucionar hacia la juventud, como viene a suceder en la película El extraño caso de Benjamín Button, 2008. Así nos lo sugiere la escultura que presentó en Expo Agua, Adolescente, 2008. Y la escultura en bronce, ubicada en Alcañiz (Teruel)  titulada Canto a la vida, 1989 (de la serie Volúmenes humanos) es metáfora en sí misma, metáfora de un discurso artístico ejemplar.

                Por todo ello les sugiero que, además de visitar exposiciones, miren (cuando caminen por la calle) y abran su mirada dando cabida al descubrimiento que, en forma de arte y de escultura concretamente les puede asaltar al doblar cualquier esquina.

Arcón, M. Módulo de agua. 1989. Mármol de Carrara. 100 x 100 x 100 cm.


Arcón, M. El esfuerzo. Escultura. 1988. Piedra de Calatorao. 106 x 53 x 36 cm.

                           
Arcón, M. Figura femenina 1982. Piedra de Calatorao 45 x 11 x 85 cm           

Crucifijo.
Arcón, M. Descanso. 1983. Escultura. Madera de abedul. 15x53x21 cm.




 
Homenaje a Nicanor Villalta (1998)

Eduardo Jimeno Correas (filmando "La salida de misa de 12 del Pilar"). 1996. Escultura. Escayola patinada.

Arcón, M. Santiago Apóstol. Escultura. 450 cm. 

2 comentarios:

  1. Gracias por este artículo tan interesante, y en verdad tenemos que mirar mas, a veces perdemos de ver cosas que las tenemos ahí, a lado.

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  2. Sí Berta, en mi opinión el GRAN ARTISTA MANUEL ARCÓN tiene una relevancia no reconocida del calibre de, por ejemplo, Jorge Oteiza o Eduardo Chillida a falta, de la promoción y publicidad de esas enormes figuras del arte moderno español. Espero y deseo que se le haga la justicia que él y su obra merecen.

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